Una democracia fuerte para favorecer la innovación
Una de las funciones de la escuela, es, entre otras, educar para la democracia, y está referida al desarrollo de las capacidades y habilidades para una convivencia social fundada en la solidaridad, la participación y el respeto, entre otros valores.
Debemos reconocer que el actual modelo de democracia escolar basada en relaciones de poder y subordinación, es, fuertemente contradictorio. En la mayoría de colegios, los alumnos constituyen la última parte de una pirámide de poderes. El alumno, casi nunca, tiene poder de decisión en su propio aprendizaje, no eligen que estudiar, como y cuando hacerlo. También es verdad que es difícil afrontar una situación en la que el alumno sea el protagonista de su aprendizaje y desarrollo, pero es posible, y es el método que yo veo más idóneo para aprender enseñando, y que los niños también aprendan a poseer una autonomía con poder de decisión.
Como ha comentado Edu, hemos estado viendo una serie de documentales, donde se mostraban escuelas de este tipo. Los alumnos al comenzar la mañana elegían su propio horario, que asignatura querían hacer en cada momento y como hacerlo. Yo antes de esto no pensaba, que este fuera un método que funcionase, y que ayudase al aprendizaje de los alumnos, pero todo lo contrario. Los alumnos aprendían lo mismo que pueden aprender en otros colegios, pero con una libertad de decisión que no encontraremos en otros. Para mí, ese es el sentido de una democracia en la escuela, en la que el director es una persona más que se responsabiliza de algunas decisiones, pero coopera con sus alumnos a la hora de tomarlas.
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