domingo, 22 de marzo de 2009

texto 7. el profesorado innovador

El profesorado innovador.

Lo primero que quiero comentar de este texto, es que algunos de nosotros hemos tenido la oportunidad de ver la película de TAVERNIER, hoy empieza todo, en la clase de organización del centro escolar, y en ella podemos ver un profesor involucrado con la sociedad, ayudando a las familias más desfavorecidas, luchando para que los servicios sociales les presten la atención que merecen… Creo que es un profesor ejemplo. Para mí, el verdadero profesor debe serlo por vocación. Como ya he dicho en más de una ocasión, por mucho que puedas aprobar la carrera de magisterio no significa que seas un buen profesor. Eso es algo que se lleva dentro.
Es muy cierta la afirmación de que nadie olvida a buen maestro. Ese buen profesor es el que te presta la atención personalizada que necesitas, sin olvidarse del resto del grupo; es aquel que hace que te intereses por su asignatura por la forma que tiene de plantearla y explicarla; es aquel con el que puedes hablar como con un igual, y aún así, saber que estás aprendiendo… Un buen profesor, se descubre desde el momento que pisa el aula por primera vez, se nota.
Un profesor vocacional, prepara cada clase con antelación, y aún así, sabrá adaptarse a las distintas situaciones o contextos de aprendizaje que puedan surgir en el aula. Prepara material, busca información y sobre todo, hace que el alumno sea participe de la clase, colabora con él, comparte conocimientos.
Personalmente, he tenido dos profesores de esos que te marcan por su forma de dar la clase. Son profesores que transmitían su entusiasmo a la hora de enseñar, estaban aprendiendo continuamente, y se les notaba que disfrutaban dando clase. Nos hacían trabajar muchísimo, pero nos gustaba participar en la asignatura, hablar con ellos, hacer preguntas, porque hasta lo más simple era superinteresante cuando te lo estaban contando. Creaban un ambiente en clase de mucha confianza, y sabían lo que “funcionaba” con cada tipo de alumno.
Quizá me estoy desviando un poco del tema principal del texto, pero es lo más me ha llamado la atención de él, como también, decir que estoy absolutamente de acuerdo en que la diplomatura de magisterio debería ser una licenciatura, o por lo menos dar más énfasis a las asignaturas que verdaderamente nos están enseñando algo y con las que estamos aprendiendo algo. Hacer algo así como una criba, tanto de asignaturas como de profesores, porque al igual que si un mecánico no hace bien su trabajo, no recibe su salario, el profesor que no te aporta nada y que no te enseña nada no debería seguir siendo profesor.

Al final siempre me lío y pongo unas parrafadas enormes, jeje

Un saludo, Rebeca Ruiz

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