La escuela debería de ser un lugar en continuo aprendizaje, pero como bien he dicho, debería. Como personas, tendemos a hacernos la vida más cómoda en todos los sentidos, desechando lo que nos suponga un esfuerzo, y está claro que el ámbito educativo no iba a ser menos. Los profesores, en vez de cambiar, modernizarse y romper los esquemas con los que ellos también han sido educados, deciden acomodarse a lo preexistente, porque ir contra el sistema supone un esfuerzo que no están dispuestos a realizar. Si a esto le sumamos que somos seres tan sumamente egoístas que no somos capaces de mirar más allá de nuestra nariz, podemos dejar claro que la cooperación entre compañeros, el respeto y la solidaridad son valores que brillan por su ausencia, y eso, trasladado de nuevo a la educación es otro lastre que impide el aprendizaje. Esto, ha creado que se jerarquice mucho más la escuela, dando lugar a clases que pueden recordarnos la época medieval, donde existe un rey que identificaríamos con el director, bajando el rango hasta la plebe que serían los niños, cosa bastante paradójica ya que es a los niños a quienes va dedicada la enseñanza.
La mentalidad influye que en que la escuela se estanque en su aprendizaje, ya que si no tienes una mentalidad abierta, muy difícilmente vas a seguir adelante. El mundo cambia, y si no cambiamos con él, nos quedamos atrás. Esto mismo sucede en los colegios, donde se podría usar la expresión de “renovarse o morir”, aunque quizá no tan dramática, pero si que me refiero a que lo nuevo no siempre es malo, sólo hay que saber como adaptarnos a ello.
¿Qué quiero decir con todo esto? Primero quiero que quede claro, que es una mera opinión sobre el texto leído, sabiendo en todo momento que las críticas realizadas pretenden ser constructivas, aunque no salgan más allá de nuestro aula, pero que al menos fomenten una opinión personal sobre lo que todos estamos viviendo, dentro incluso de nuestra propia clase ahora en la carrera. En general, creo que estamos todos bastante desencantados con la carrera, y hablo desde el punto de la experiencia más cercana que todos estamos tendiendo, donde vemos claramente el estancamiento del aprendizaje de la escuela (la escuela de magisterio en nuestro caso) en la que por muchos medios tecnológicos que tengamos, la mayoría de los docentes ni siquiera saben usarlos, otros muchos no funcionan, y lo que realmente preocupa es el resultado cuantitativo de lo aprendido, sin ser relevante el tener, lo que yo denomino, el “don” de la enseñanza, ya que por muchas matriculas de honor, o sobresalientes que saques a lo largo de la carrera y por mucho que apruebes la oposición, si no tienes este don, esta vocación para enseñar, aunque el título diga que eres maestro, yo considero que no lo eres.
Esto es un poco todo lo que me ha dado que pensar este texto, además lo he enlazado quizá sin querer con el debate que tuvimos el martes, pero me ha salido solo.
Un saludo Rebeca Ruiz
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